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0Esta revolución tecnológica llama a las puertas de las empresas españolas, que realizan ya sus primeros proyectos en este ámbito. La informática en la nube, el ‘blockchain’ y el Internet de las Cosas son algunas de las tendencias más relevantes en estos momentos. Cada vez veremos más aplicaciones en el ámbito de machine learning, que permite a los sistemas aprender sin que hayan sido específicamente programados para ello.
Por otra parte, se prevé un incremento de la adopción de lo que se conoce como robotic process automation (RPA), sistemas inteligentes que aprenden de aplicaciones ya existentes para procesar transacciones, manipular datos y comunicarse con otros sistemas expertos.
Es interesante ver cómo están emergiendo plataformas de inteligencia artificial dentro de los servicios cloud, lo que promete una democratización de la IA, al ponerla al alcance también de empresas de menor tamaño. Amazon y Google son dos buenos ejemplos en este sentido.
Las empresas exploran las posibilidades que ofrece una tecnología llamada a revolucionar distintos sectores al permitir realizar transacciones de manera segura, confiable e irreversible, sin necesidad de utilizar un intermediario para establecer una relación de confianza entre las partes. Ya hay casos de uso en banca, gran consumo o industria.
La revolución del mundo hiperconectado permite a las compañías incrementar la productividad y reducir de costes de mantenimiento. El Internet de las Cosas (IoT) está íntimamente ligado a la inteligencia artificial. La IoT es la red que permite que los objetos se interconecten, pero el valor está en el análisis y el conocimiento que se obtiene de dichos datos.
Las compañías españolas son cada vez más conscientes de la importancia de contar con una correcta política de ciberseguridad. El ámbito de la ciberseguridad ha dejado de ser un gasto para convertirse en una inversión.
Los cambios regulatorios, por ejemplo, la nueva LOPD, también contribuyen a impulsar una mayor y mejor cultura de seguridad de la información en las empresas españolas.
La dependencia de las máquinas y los sistemas de soporte de decisiones puede plantear problemas éticos significativos y los programas no están libres de prejuicios. No podemos juzgar la inteligencia artificial a partir de estándares poco realistas, sino que debemos compararla con el proceso de toma de decisiones del ser humano. La confianza también se aplica a los humanos, y es algo que la persona, o el robot, va construyendo a lo largo del tiempo, demostrando que la mayoría de las veces suele tomar decisiones acertadas. También vale la pena señalar que los errores de software se pueden identificar y, normalmente, corregir y, por otra parte, permiten alta disponibilidad.
Es importante disponer de un cuerpo jurídico imperativo y meditado. La autorregulación no basta. Si las normas son solo voluntarias, algunas compañías de tecnología decidirán no atenerse a las reglas que no les benefician, dando a algunas organizaciones ventajas sobre otras. Sería caótico que cada gran empresa tuviera su propio código para la IA.
Por lo tanto, cuando se redactan normas para los sistemas de IA, las empresas deben seguir siendo contribuyentes, pero no legisladores. Las compañías tecnológicas pueden estar bien posicionadas para diseñar reglas debido a su experiencia en la materia, pero los actores de la industria rara vez están en la mejor posición para evaluar adecuadamente los riesgos democráticos, morales y éticos.
La historia muestra lo que puede suceder si los Estados se retiran y dejan que las empresas privadas establezcan sus propias normas reguladoras. Permitir que esto ocurra en el caso de la IA no solo es imprudente, sino también muy peligroso.
La decisión final debe dejarse al ser humano en casos delicados, como podría ser el de los automóviles autónomos, que requieren reacciones en tiempo real. El verdadero peligro seríamos los seres humanos cuando, por ignorancia o facilidad, delegáramos decisiones vitales a las máquinas.
Política, industria y ciudadanos, debería estar interesados, para poder decidir los límites éticos para construir los mejores mundos digitales posibles.
El equipo Govertis